La danza de concierto tiene varias vertientes, una de ellas es la experimentación; es decir, la creación coreográfica a partir del estudio profundo del movimiento, para construir el lenguaje específico de cada obra y renunciar a los clichés y fórmulas técnicas, que se han convertido en el caballo de batalla de coreógrafos, cuando éstos no tienen claro qué quieren decir ni cómo decirlo